El doctor Sacks llegó a calificar a la L-Dopa como “una especie de
máquina del tiempo extraña y personal”. El Dr. Sacks se puso a escribir
la historia de una paciente que se llamaba Rose R. y pensó menos en
términos de “reminiscencia” y más en términos de “obstrucción” esta
señora no había pasado nunca del año 1926; pronto se acordó en los
términos que escribía Harold Pinter describiendo a “Deborah” en A Kind
of Alaska, que contaba lo siguiente:
«Uno de los efectos de la L-Dopa administrada en los pacientes posten_
cefalíticos,
es la reactivación de síntomas y pautas de conducta presentes en una
etapa muy anterior a la enfermedad, pero “perdidas” después. Hemos
comprobado el retorno y la reactivación de recuerdos, sueños
“olvidados”» después ponía el ejemplo de una señora mayor, de sesenta y
tres años, que tenía parkinsonismo postencefalítico progresivo desde los
dieciocho años, llevaba hospitalizada desde los veinticuatro años en un
estado de “trance” oculogírico casi continuo. La L-Dopa produjo en ella
un alivio logírico, permitiendo que el movimiento y el habla fuesen
casi normales. Pronto siguió una agitación psicomotora con potenciación
de la libido. Este período se caracterizó por nostalgia. Esta señora
pidió una grabadora y grabó innumerables canciones obscenas, chistes,
versos “picantes”…. Estos estaban animados con alusiones repetidas a
acontecimientos de la época, evocaban un mundo del pasado. La paciente
decía: «es increíble; no puedo entenderlo; hace más de cuarenta años que
no oía esas cosas ni pensaba en ellas; pero ahora recorren sin cesar mi
pensamiento». El aumento de la agitación les obligó a reducir la dosis
de L-Dopa, y con ello la paciente,
“olvidó” instantáneamente
estos recuerdos lejanos y nunca volvió a ser capaz de recordar un solo
verso de aquellas canciones que había grabado.
La reminiscencia
forzada es bastante común en los ataques de jaqueca y de epilepsia, en
los estados psicóticos e hipnóticos y como reacción al potente estímulo
mnemónico.
Penfield y Perot han podido evocar recuerdos
estereotipados estimulando puntos epileptogénicos del córtex, y han
deducido de ello que los ataques que se producen de modo natural en esos
pacientes, o los inducidos artificialmente, activan “secuencias de
recuerdos fosilizada” en el cerebro.
Pero Harold Pinter y sus
compañeros creen que su paciente tiene almacenado un número casi
infinito de rastros de memoria “latentes”, algunos pueden reactivarse en
condiciones especiales. Creen que estos rastros están grabados
indeleblemente en el sistema nervioso y pueden subsistir indefinidamente
en estado de suspensión debido a la falta de estímulo o bien debido a
una inhibición positiva. En cambio, dudan de que pueda decirse en rigor
que los recuerdos de su paciente hubiesen estado
simplemente “reprimidos” durante su enfermedad, y se “desreprimiesen”
luego debido a la L-Dopa.
La
reminiscencia forzada parecía ser una excitación, mientras que la
reminiscencia incontinentemente nostálgica de la vejez y a veces de la
embriaguez, parece más próxima a una desinhibición y un descubrimiento
de estros arcaicos. Estos estados pueden “liberar” recuerdo, y todos
ellos pueden conducir a una re-experimentación y una re-presentación del
pasado.
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