viernes, 15 de marzo de 2013

Capitulo 19: asesinato

Donald mató a su novia estando bajo la influencia del PCP. No tenía ningún recuerdo del hecho. Los detalles del asesinato, expuestos en el informe forense, fueron ocultados al público y al propio Donald. No queda ningún recuerdo y puede que no hubiese ninguna intención de violencia, a los que los cometen no se les considera ni responsables ni culpables pero no por ello comprometen menos su propia seguridad y la ajena.
Estuvo cuatro años en un hospital psiquiátrico, tenía dudas de si era delincuente o loco, él decía, con tristeza, que no estaba en condiciones de vivir en sociedad. Le interesaban las plantas desde siempre, por tanto, se hizo cargo de un terreno olvidado y desatendido y creó jardines de flores, de plantas aromáticas y de todo tipo. Con ello, perecía que había encontrado una especie de austero equilibrio. Las relaciones humanas y las pasiones humanas habían sido reemplazadas por una calma extraña. Tras cinco años empezó a salir bajo palabra, se compró una bici, por la cual precipitó el segundo acto de su extraña historia.
Bajaba pedaleando por una cuesta bastante inclinada, cuando surgió un coche mal conducido, en dirección contraria; Donald intentó desviarse para evitar el golpe, pero perdió el control y acabó precipitándose violentamente, de cabeza, contra el firme de la carretera.
Sufrió una grave herida en la cabeza y contusión grave en ambos lóbulos frontales, entró en coma, hemipléjico, y así permaneció durante dos semanas, luego empezó a recuperarse y empezaron las “pesadillas”. El regreso de la conciencia vino acompañado de una vorágine y una agitación desagradables, al aclararse la conciencia, se aclaró con ella un recuerdo que ahora resultaba terrible. El asesinato, antes perdido para la memoria, se alcanzaba ahora ante él con gran intensidad, Donald veía continuamente el asesinato. Se trataba de “reminiscencia” auténtica e incontrolable, ahora conocía los detalles del asesinato revelados por el informe pero que no se habían revelado en el juicio ni tampoco a él. Todo lo perdido u olvidado era recuperado e insoportable. Donald intentó suicidarse tres veces. Los recuerdos tenían una carga psicótica, provocaban en Donald ideas continuas de suicidio. Ninguno de los médicos había oído o leído nada parecido hasta entonces. Él no era impulsivo, grosero e indiscriminado pero los recuerdos y los sentimientos del asesinato lo obsesionaban y lo atormentaban. Con los electroencefalogramas se comprobó que tenía una agitación incesante, una epilepia profunda, en ambos lóbulos temporales. La mayoría de las experiencias o reminiscencias que describía Penfield eran de un tipo más bien pasivo. Ninguno de los médicos habían tenido noticias de un paciente que reexperimentase un hecho, y esto era al parecer lo que le pasaba a Donald. No se llegó a una decisión clara.
Con el paso del tiempo, las funciones del lóbulo frontal son ya casi
normales, los nuevos anticonvulsivos han permitido un control de la agitación del lóbulo temporal.
Donald ha vuelto a la jardinería, siente paz trabajando en el jardín, allí no surgen conflictos porque las plantas no tienen ego, no pueden herir sus sentimientos. La terapia definitiva de Freíd es trabajo y amor. Donald no ha olvidado nada del asesinato pero ya no está obsesionado, ha alcanzado un equilibrio fisiológico y moral.

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